Cuando supe que nuestro
alojamiento estaba situado a 14 kilómetros de la laguna que era nuestro destino
de fin de semana, pensé que no era una gran distancia para recorrer en coche. Pero
no tuve en cuenta que estamos en Ecuador y aquí las cosas no son fáciles. Para
conseguir el objetivo hay que currárselo mucho.
Se nos hizo de noche por el camino incumpliendo una de las normas que te repiten hasta la saciedad cuando viajas por Latinoamérica: “no viajes cuando se va la luz del día”. Para complicar un poco la cosa, cuando presumíamos que ya estábamos llegando, el navegador nos metió por un camino de tierra, piedras y curvas, muchas curvas. Pensé que estábamos siendo víctimas de un algoritmo maligno de google, una equivocación de esas que a veces son noticia y que acabaríamos en un carril sin fin en medio de los Andes. Pero no, después de 14 km, y una hora de polvo y baches, llegamos al poblado de Isinliví, donde estaba nuestro hotel LluLlu Llama (Pequeña Llama, en ketchua). Un establecimiento muy acogedor con cabañas repartidas por verdes laderas y unos encargados de lo más agradable. Esto es algo que pasa mucho aquí, cuando aparentemente ya no esperas nada, encuentras el oasis. No es la primera vez, ni será la última.
La primera cosa que me llega a la
cabeza es preguntar a quien se le ocurre hacer un alojamiento de este tipo, en
un pequeño pueblo indígena, en medio de los Andes al que solo se llega después
de un tortuoso camino de tierra, que seguro estará impracticable en época de
lluvia. Incompresible, pero funciona. Hay gente para todo. El alojamiento estaba
lleno, casi todos europeos, casi todos mochileros. Y no me extraña porque las posibilidades
del ecoturismo aquí son infinitas.
Preguntando, te enteras que este hotel,
fruto de una unión ecuatoriano-holandesa, puede ser el punto de partida de una
ruta senderista de tres días que transcurre por los pueblos de Sigchos,
Chugchiclan y Quilotoa como destino final.
No es mal plan. Es como un
pequeño Camino de Santiago que acaba en un cráter en vez de en una catedral. Cada uno enseña lo que tiene.
Y si por lo que sea no quieres ir
andando y además no tienes carro, solo sales o entras de aquí con un taxi o
aprovechando el “milk truck” que pasa todas las mañanas por allí haciendo
acopio de las pequeñas producciones de leche de las explotaciones familiares. Te
subes a él y por “un dolarito” puedes disfrutar del traqueteo del camino y de las
sucesivas paradas del camión para recoger los baldes de leche hasta llegar a
Sigchos. Desde allí puedes ir donde
quieras. Eso ya es civilización.
Cuando llegas a la laguna, y justo
después de que se te quite la cara de asombro por la belleza del lugar, te das
cuenta que allí, en Quilotoa, las cosas funcionan de otra manera, a la forma
indígena. Ellos tienen sus propias reglas, las de la Comunidad. Por lo pronto pagas
“2 dolaritos” sólo por pasar al pueblo y otros 10 si tienes idea de bajar al
cráter del volcán, no te quedan fuerzas y equilibrio como para subir los dos
kilómetros de empinada y arenosa cuesta y prefieres que una mula haga tu
trabajo.
Todo esto que en nuestro mundo lo gestionaría una empresa, aquí lo hace “una minga”, que es como llaman aquí al trabajo comunitario. Y obviamente, todo ese dinero, que no es poco a lo largo del día, revierte a la Comunidad que lo emplea en mantener y mejorar el poblado y a la población. O esa es la teoría.
Pero de los indígenas y de su
mundo hablaré en otra entrada del blog, que eso “tiene miga”.
Qué aventura!! Qué paráis!! Qué gran corazón para compartirlo!!
ResponderEliminarBesos y abrazos para los dos!!
Inma
Gracias por tu comentario Inma! Besos y abrazos para vosotros también 😘
ResponderEliminarPipe que maravilla quiza cuando vuelvas puedes animarte a contarlo todo en un libro, el blog puede ser un buen comienzo
ResponderEliminarSi, me está gustando mucho escribirlo, y hay muchas cosas que contar.. y cuando vuelva, ya veremos. Gracias M Jose
EliminarQué pena no poder compartir uno de esos paseitos que nos regaláis.
ResponderEliminarBueno, aquí tienes alojamiento y guías para poder vivirlos en vez de leerlos
EliminarGracias por los excitantes relatos de vuestras correrías aventureras. Hacen volar, y como buen envidioso saludable, espero utilizarlos de ayuda alguna vez para conocer esas tierras. Salud !!!
ResponderEliminarGracias Buendi por leerlo. Ya me gustaría que vinieras por aquí y enseñártelo en persona..
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