
A diferencia de los otros
relatos, en este voy a recurrir a la primera persona del plural. Al nosotros. A
Mariló y a mí. Esta experiencia que
cuento es plural, conjunta, compartida, y utilizar esa forma verbal me facilita
las cosas. Claro que eso no evitará referencias personales porque contar lo que
se vive, aún en conjunto, es subjetivo, particular e íntimo. Las parejas no son
uno, son dos. Lo dicen las matemáticas y el sentido común.
Conocimos a Silverio y a Yessica
hace ahora 10 años, en un camino de Santiago muy importante para nosotros, que iniciamos
en Viana do Castelo, Portugal, muy bien acompañados por mi hijo Felipe, que
aceptó sin reticencias compartir durante unos días conversación y silencios con
dos adultos. Nos gustó tanto la experiencia que todos repetimos el año
siguiente. Nosotros cambiamos de recorrido y él de acompañantes.
Durante la primera jornada gallega
conocimos a Silverio. Después de pasar por un agotador y desértico recorrido
poligonero, distinguimos unos metros por delante a un personaje que cargaba con
una mochila de la que sobresalía una pequeña guitarra y la banderita de un país
que nosotros identificamos erróneamente como Cuba. Iba acompañado de dos
jóvenes que portaban una cámara el uno y un micro el otro. Un grupo peculiar
para lo que usualmente ve uno en el Camino.
Nuestro objetivo, de ese momento,
era encontrar un lugar donde disfrutar de una cerveza y una tapa para rellenar los
huecos creados por el esfuerzo. El objetivo de Silverio era acumular experiencias
para un documental sobre el Camino, que quería ofrecer a un gran amigo
fallecido unos años antes. En la pugna de objetivos ganó el suyo. Siempre se lo
agradeceremos. Su insistencia y sus preguntas nos mantuvieron en el mismo paso
durante el tiempo suficiente para presentarnos, conocer nuestros motivos, y
aprender que esa bandera es de Puerto Rico y no de Cuba. Ambas comparten formas
y colores, pero cambian la posición.
Lo siguiente fue un cúmulo de
encuentros fortuitos, no planificados. Que si hoy nos encontramos a la salida
del Albergue, donde conocimos a Yessica; que si mañana coincidimos casualmente
en el mismo bar, desayunando; que si pasado mañana compartimos charla con un Amigo
del Camino al que Silverio iba a entrevistar; y ya en la penúltima jornada
mientras comíamos al lado del río con otros peregrinos, vimos asomar por el
puente a la pareja puertorriqueña con su guitarra y su bandera. Sin dudarlo se unieron
al grupo. Silverio desenfundó su guitarra y los demás nuestras voces para
intentar acompañarlo. Entre todos, creamos un momento mágico.
No necesitamos más señales para entender
que el camino quería unirnos, y que nosotros no éramos nadie para
contradecirlo. Allí nos comprometimos, en la salud y la enfermedad, en la
riqueza y en la pobreza, para lo bueno y para lo malo. Nuestra relación ha
cumplido esta semana 10 años. Este relato es un homenaje a ellos.
La luna de miel fue en Puerto
Rico. En Navidad. Inolvidable. Ellos nos regalaron su Amor. Nos brindaron
hospitalidad en una preciosa casa de madera a las afueras de San Juan, nos prestaron
a sus amigos de toda la vida como si nosotros también lo fuéramos, organizaron
fiestas donde los dos españolitos eran el centro de atención, cuando realmente
ésta les pertenecía a ellos. Allí, quien no canta, baila, o cuenta
chistes, o toca algún instrumento con
auténtica pericia. En nuestras cabezas se mezclaba la realidad, la sensación de
vivir una ficción y el canto de los
coquís.
Hacía mucho tiempo que no
vivíamos unas navidades tan alegres, tan distintas y tan iguales. Diferentes por la manga corta y
la piña colada en la playa, y similares por los adornos navideños, los
villancicos, que con un poco de salsa ganan en sabor, y sobre todo por los Reyes Magos. Sí, es verdad, Puerto Rico
celebra a lo grande a los Reyes Magos con una mezcla entre creencia religiosa,
costumbrismo y resistencia a la colonización americana. No hemos vista nada
igual en los países de por aquí.
A lo largo de estos años hemos vuelto
otras dos veces a Puerto Rico, un país maravilloso, con playas y paisajes
espectaculares, de gente alegre, hospitalaria y muy resiliente. No es fácil
luchar con una sonrisa, pero ellos lo hacen a diario. También nos hemos
encontrado en Madrid, Barcelona Murcia y Valencia, en Colombia, Lisboa y en Copenhague.
Cualquier lugar es bueno para renovar nuestros votos de amistad y amor, con
ellos, con los amigos del camino, nuestros amigos del alma. Silverio y Yessica.
Os los presento.
Silverio es el alma del grupo. Es tipo
alegre, ingenioso, educado, asertivo, gracioso, comprometido, sensible,
bromista, inteligente, cariñoso, un gran contador de historias y trabajador
incansable. Podría seguir, pero ya todas ellas le dan para ser escritor,
músico, motivador, presentador de radio y televisión, cómico, youtuber y
cuidador. Creo que este chico que acaba de cumplir 75, podría ser de mayor lo
que quisiera ser. De hecho, creo que ya es lo que quiere ser, a pesar de que
muchas veces, las circunstancias y quienes las manejan, hayan intentado sacarle
del camino. Silver es una de estas personas que te gustaría tener siempre a tu
lado. Te alegra la vida.
Yessica es una mujer divertida, amorosa,
capaz, muy capaz, valiente, inteligente, organizada, decidida, generosa, tan
trabajadora como él, y muy ingeniosa. Aúna la
fantasía y el glamour con la eficacia y el esmero. Organiza, emprende,
cuida, dirige, ama, planifica, y en los últimos años hasta canta, y lo hace
como todo lo que se propone, con excelencia.
Estando en su compañía te sientes más liviano. Yessica aligera tu peso.
Ella lo carga en su mochila y lo gestiona con eficacia. Cuando te das cuenta
cada cosa está en su sitio. Todo fluye.
No voy a hablar de mí, ni de Mariló.
Eso ya lo hice en otros relatos. Pero cualquiera puede entender que quien tenga
la suerte de encontrarse en algún camino, el que sea, a dos personajes como
estos, puede dar gracias a quien considere, por mantenerlos a su lado. Nosotros
la hemos tenido y damos las gracias.
Gracias por haberos cruzado en
nuestro camino, hace ya 10 años.
Precioso y emotivo este retrato de tus amigos portoriqueños, me ha gustado e incluso se me han saltado las lágrimas, que suerte encontrar amigos así en el camino de la vida, para vosotros y para ellos, porque vosotros también sois, cariñosos, acogedores y unos anfitriones magníficos, yo también tengo mucha suerte que estéis en mi camino, un beso grande
ResponderEliminarEl comentario anterior no era anónimo, era mio
ResponderEliminarGrande Pipe....
ResponderEliminarvas mejorando 😉.