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domingo, 25 de octubre de 2020

LALA LAND




Hoy Mónica Lala nos ha cocinado pastel de yuca, solomillos de cerdo al vino, crema de brócoli, locro de chochos, unas papas al horno con queso chonta y orégano, y por supuesto, arroz, el acompañamiento de todas las comidas. Todo para chuparse los dedos y para llenar unos cuantos tuppers para la semana.

Que ella esté con nosotros se lo debemos al coronavirus.

Si el bichito no se hubiera presentado, ella seguiría cocinando en el Café de la Vaca. Si ese famoso restaurante ecuatoriano continuara abierto, su dueña no se hubiera visto obligada a alquilar su piso. Si no hubiera alquilado su piso, nosotros no viviríamos en él. Y si no viviéramos en él, nunca la hubiéramos conocido. Tampoco a Marisol, ni a Carmen. Y nunca hubiéramos comido sus ricos llapingachos.

La vida está hecha de casualidades, de pequeños sucesos que lo cambian todo. Por azar puedes conocer a unas personas y no a otras, y alguna de las primeras pueden resultar fundamentales en tu vida. Todo es cambio bajo una sensación de permanencia.

Mónica está sufriendo mucho con esta situación, como muchos otros, de aquí y de allí, que se encuentran en su misma situación. Los que vivían al día y ahora no tienen ni eso. Solo queda incertidumbre. Antes tenía seguro médico, ahora no; antes su marido vivía del taxi, ahora lo tiene que vender para poder vivir; antes los hijos pagaban sus propios alquileres, ahora han vuelto a la casa familiar para no tener que pagarlos. Ella les protege, les arropa, les cuida, siempre sonriente, optimista. Una superheroína de siglo XXI, como muchas.

Comparto con el Fary muy pocas cosas, salvo ser del atléti y la famosa frase del video del hombre blandengue: "yo soy muy partidario de la mujer". 

De hecho mis mejores amigos siempre han sido ellas.






lunes, 19 de octubre de 2020

LA CANCILLERA


Si nos situamos en un día como hoy de hace, por ejemplo, dos años, estábamos inmersos en la preparación del viaje a México.  Queríamos ver el país y pasar allí el día de muertos. Para ello nos habíamos documentado concienzudamente. Un par de meses antes habíamos visto la película Coco. Lo aprendimos todo sobre el concepto de muerte heredado de los mayas.

Marcharnos a vivir fuera solo era una conversación. Ella miraba asiduamente el boletín oficial y me iba informando de plazas que se ofertaban. Que si en esta ha salido La Habana, que si en otra Buenos Aires, Tánger, Cartagena de Indias o Tegucigalpa. Ya, sí, claro, decíamos, pero aún no es el momento, hay que esperar, con la ilusión de que aquello pudiera ser cierto, pero convencidos de lo improbable de nuestra aspiración. 

Teníamos además el mejor plan B. Era en el que estábamos, y funcionaba. Una casa con vistas, un huerto urbano, paseos con Ada, la playa cerquita, los amigos, el tardeo murciano, Candela. Pero yo con pocos meses para acceder a la jubilación, ella con motivación laboral decreciente, y ambos con ganas de experiencias, se creó un caldo de cultivo al que solo había que echar un poco de abono.

Y de nuevo nos documentamos sobre posibles destinos. En nuestro afán por no dejar nada al azar, no nos perdemos un capítulo de españoles, madrileños, andaluces, vascos o castellano-manchegos por el mundo. Siempre hemos sido muy minuciosos en esto. No escatimamos recursos. 

Dos años después lo conseguimos. Ella, no sé como, bueno, si lo sé, lo digo al final, abdujo a sus entrevistadores y aquí estamos. Hemos pasado  del nivel del mar a 2600 metros. Un gran ascenso. 

Veis, solo hace falta proponerse algo, quererlo de verdad, visualizarlo y lo consigues. Digno de una cita de Pablo Coelho. Visto así dan ganas de dejarlo, siempre hemos sido muy pudorosos con eso de ser ejemplo de algo.

Al final todo es más sencillo, o al menos ella me lo ha hecho sentir así. ¿Ah que hasta ahora no os he hablado de ella? Estoy tardando. Cálida, entusiasta, cariñosa, optimista, alegre, inteligente, organizada, valiente sensible, trabajadora, ocurrente, honesta, impulsiva, protectora, …  ¡a sus pies señora Cancillera!

lunes, 12 de octubre de 2020

YO SOY MUS


Es paradójico darse cuenta como en la distancia buscamos cercanía. No ha pasado mucho tiempo y ya estamos bien cerquita. Lo similar busca ocupar un mismo espacio. "El Rastro" es el nuestro. Un lugar de encuentro con lo español. Cervezas, tapas, cocido y partidas de mus para las tardes del jueves.
 Yo no juego bien al mus. Tengo otras virtudes, muchas, dice mi mujer, pero carezco de la agilidad necesaria en detectar las señales necesarias para sobrevivir a los constantes desafíos que definen el juego.

Yo soy mus, lo cortan, envido a grandes, no quieren, me llevo una, paso a chicas, se fue, llevo pares, cojonudos, veo que a mi izquierda alguien levanta las cejas, cuidado, me achanto, juego llevo, si, también, guiño un ojo, me ven, no entran, soy mano, a grandes no han querido, chicas en paso, uno para ellos con pito cuatro más tres de dúplex, y tres de treintaiuna para nosotros, me vuelven a quitar mano. Al final me conformo con socializar, haciendo felices a dos contrarios, aunque frustre a mi pareja.

Los domingos el encuentro suele ser más numeroso y al aire libre. Casi todos son gente del  Consulado, pero también los hay de empresas adjudicatarias del metro de Quito, o de Telefónica, o algún que otro emprendedor que ha llegado a ultramar buscando oportunidades, y claro, Dani y Ceci, los dueños del Rastro que nunca fallan.

Usualmente hacemos la ruta por el Metropolitano (que bonito nombre para el parque más grande y popular de la ciudad), pero en ocasiones vamos a alguno de los numerosos parques naturales de la periferia de la ciudad. Todos a ritmo de corneta, la que tocan los miembros de la benemérita, encargados de la seguridad de la Embajada y Consulado, que han asumido el liderazgo del grupo. Son los más preparados físicamente pero no dejan a nadie en el camino. Van como los perrillos, de adelante a atrás sin perder a nadie, retando a unos y animando a otros. Eso sí, todos con la vista puesta en la recompensa final. La cerveza. Acompañada de carne a la brasa, fritada, hornado, churrasco, cuy, trucha o ceviche de camarones. 

Esto es la sierra, los Andes, y aquí la comida es contundente.

lunes, 5 de octubre de 2020

PROVOCACION

 




Ella me provocó. Reconozco que al principio sentí miedo, pero también atracción. Soy inseguro, tímido, pudoroso y eso de exponerme no está entre mis fortalezas. Lo habría evitado, esa es mi tendencia, pero no sé por qué está vez es diferente.

Tal vez será porque hace unas semanas leí el último libro de Elvira, la que escribe como se apellida, y me sentí tan atraído por el relato de su infancia, que a la vez yo fui rememorando la mía. O será porque he comprobado recientemente los efectos saludables de la escritura en Marisol, mi casera.

No sé, el caso es que si hubiera sabido como hacerlo, me habría puesto a escribir en ese mismo momento. Pero no lo hice y decidí ser congruente con lo que en muchas ocasiones he hecho: no hacer. Hasta ahora.

No llegaré nunca a saber el motivo por el que un impulso eléctrico se cruzó con otro, formó una conexión, un sendero, que me sitúa en la sala de espera de una peluquería, con un móvil en la mano y un propósito, escribir unos pocos párrafos que podrían ser el inicio de otros futuros. 

Te saliste con la tuya Salu.