Este fin de semana tocan elecciones.
Se comenta por aquí que a pesar de que hay dieciséis candidatos, solo dos muy
bien relacionados, tienen alguna opción de hacerse con el título, uno de la
derecha relacionado con la banca y uno de la izquierda relacionado con Correa,
antiguo mandatario. Lo de siempre. La gente votará, claro, aquí es obligatorio
(curiosa esta democracia forzada), pero sin ilusión. Lo que veo aquí me resulta
familiar de allí. Políticos que han perdido credibilidad y votantes que han
perdido la esperanza; unos repitiendo eslóganes increíbles y otros votando el
mal menor. Todo previsible y aburrido, pero hay que seguir empujando la rueda.
Aún no hemos inventado otra que gire mejor.
Pienso que la política no es un
oficio fácil. Los problemas se plantean como dilemas sin solución única, aunque
algunos intentan simplificar algo que simplemente es complejo. Ahora, por
ejemplo, tenemos delante una situación que obliga a decidir entre salud y
economía, y opciones sobre donde dejar el peso de la balanza hay tantas como
personas. Lo que sí sabemos es que no se pueden tener ambas al completo.
Aprendimos de pequeños que no se
puede tener todo, y que hay que elegir (y lo haces hasta cuando no elijes)
entre distintos caminos que llevan a distintos lugares, todos desconocidos ¿estudias,
trabajas, compaginas o nini?; ¿compartes tu vida o la enfrentas solo? ¿coges
ese trabajo que no te gusta pero que te da dinero, o aquel que te encanta pero
que descuadra tus cuentas?, ¿enfrentas un problema o te escondes en algún lugar
hasta que pase la tormenta? Todas las decisiones son adecuadas, correctas, al
fin y al cabo, nadie decide pensando deliberadamente en perjudicarse, y todas te
determinan.
Era joven cuando estudiaba económicas
y decidí cambiar el paso. Abandoné unos estudios que me aburrían soberanamente,
y los cambié por un “excitante” proceso de selección para el Estado. Lo superé.
Tuve éxito, si alguien sabe lo que es eso. Treinta y cinco años después tengo
la sensación de haberme perdido algo. Hago cosas ahora que me gustan mucho, que
entonces hubiera querido saber que me gustaban.
La solución al dilema personal
entre conformarse, acomodarse o rebelarse y ambicionar, es tan compleja, que el
peso de la balanza podría recorrer todos los espacios de medida a largo de la
vida de cada uno. Recuerdo que mi madre
siempre lo forzaba hacia el lado más incómodo, ambición y esfuerzo era su lema, al
tiempo que yo me recuerdo tirando hacia el contrario, más placentero y conformista.
Al final estoy construido de ambos.
Mira que este blog nació con la
idea de contar cosas de aquí y resulta que acabo contando cosas de aquí, pero
de dentro, mías, y es que la vida de uno es tan importante cuando la miras de
cerca y tan insignificante mirada desde arriba.
En fin, espero que los
ecuatorianos elijan bien a aquellos que deban resolver sus complejos dilemas.
Aquí, dentro de mí, me siento muy agradecida, porque hayas comprendido con nosotros, esas miras tan de cerca e importantes.
ResponderEliminarMuchos besos!! Me encanta!!
Gracias guapa!
ResponderEliminarYo aún no sé qué quiero ser de mayor, me llevas ventaja
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